Después de nuestro viaje en tren, y con las sensación de despartición en el cuerpo, llegamos al maravilloso Rishikesh, las puertas del Himalaya, la capital del yoga.

En las riberas de la diosa existen unos escalones y explanadas que llaman ghats, y en uno de ellos realizamos nuestra ceremonia de limpieza de karma con las tres inmersiones en el río. Fué una experiencia increíble y para mi, única, íntima y que me vació de todo lo que llevaba y me cambió, de manera imperceptible, pero sentí que ya no era la misma…

Nos instalamos frente a uno de los dos grandes puentes que unen las dos riberas del río Ganges, el Ram Jhula, divisando al fondo el Lakshman Jhula. Al río Ganges se le considera una divinidad mas, es la diosa Ganga o madre Ganga; de hecho, te debes descalzar si te acercas al río como cuando entras en un templo, en señal de respeto. La diosa Ganga es mágica, fuerte, poderosa, y destila una energía inusual y palpable. En esta zona está limpio y ruge con fuerza creando remolinos a su paso. Te embelesas mirándolo, y sientes como unos brazos que te envuelven y te infunden paz; hay una vibración muy sutil, como la bruma que envuelve las montañas que rodean Rishikesh.

Por las tardes tienen lugar las ceremonias de Aarti o pujas, en los que los Brahmanes entonan mantras y realizan la ceremonia de gratitud y ofrendas de flores, velas e incienso a la madre Ganga, donde el fuego, aire, agua y tierra se funde, donde puedes pedir lo que deseas, dar gracias, y donde se realiza magia, magia ancestral y pura.

El paseo desde un puente a otro te permite disfrutar de la paz que se respira en los ashram o lugares para meditar o aprender yoga. Te cruzarás con sadhus u hombres santos , sin ninguna posesión mas que su fé , con vacas sagradas, mujeres sonrientes y perros, eternos perros que acompañan la vida de los indios…

Es realmente emocionante encomendarte a la diosa, y dejar marchar tu ofrenda corriente abajo, bajo la figura del gran dios Shiva, ese dios azul , poderoso, precioso, que te concede tus deseos pero castiga si los utilizas mal. También caí hechizada por el poderoso Hanuman, el dios mono, devoto perfecto y leal… ¡la religión hinduísta no te deja indiferente!.

Cerca de Laksman Juhla se encuentra el templo
Shri Trayanbakshwar , trece pisos llenos de deidades, donde debes tocar todas las campanas, y donde se respira paz desde la altura, a la vista del señor Shiva, que te observa desde la otra orilla del rio.

Ese día tambien disfrutamos de un te chai con un simpático guía que nos encontramos por la calle, y que nos llevó a un pequeño lugar con mesas y bancos que compartíamos con los hindúes y con turistas ingleses. Me encantó ese momento, charlando , rodeados de perros de mirada tranquila que nos observaban, acosados por morros de vacas que pedían comida, y sintiéndote parte de algo especial, porque estaba en un sitio especial… India te atrapa…

La vuelta al hotel la hicimos en un coche… y parecía que realizáramos un rally! Fué emocionante y ahi descubrí que, realmente, hay multitud de dioses porque necesitan cuidar de nosotros! Aún no comprendo como no hay mas accidentes de tráfico…

Nuestra visita se acababa, y el destino siguiente era otra ciudad santa, la preciosa Haridwar. Realmente India me lanzó un encantamiento.


«incarcerous «