Fué realmente un viaje mágico. Como un viaje en thestral, una despartición, una montaña rusa muggle, un vuelo en una Saeta de Fuego… una suerte de sentimientos encontrados, de amor-odio, de devoción-maldición, de reencuentro, de descubrimiento, de ritos ancestrales y penas terrenales….eso es India.

Quien viaja alli no vuelve igual. Algo te cambia, te mueve, te remueve… o la adoras o la odias..pero no te deja indiferente. Es un viaje al pasado, al encuentro con los Dioses, con la madre Tierra y Diosa Ganga, a vivir el momento, a mirar hacia dentro, a removerte, a dejar el alma libre, a limpiar tu karma, a regalar sonrisas y recibir luz y energía. Pero es también un viaje a las penurias, a la pobreza, al ruido, suciedad, prisas y contaminación. Ésa es la bajada en picado, y así todos los días.

Mi primer contacto con India fué en Delhi. Viajé con mi hermana del alma y llegamos repletas de ilusión. Allí nos recibieron mis devotos de Krishna, mis queridos sobrinos, que nos harían de guía en este viaje espiritual.

Mi primera impresión en el aeropuerto ( os vais a reir) fue de incredulidad; ¡ nunca había visto tal cantidad de hombres con bigotes en mi vida! Claro es que para ellos, verme a mi era también algo raro. Los hindúes piden fotografiarse con los occidentales, sobre todo las mujeres de piel blanca y rubias…. imaginaros cuando aparezco yo, piel blanca….¡y pelos de colores! ¡Alli me he sentido como Guilderoy Lockhart entre sus fans!

Desde el primer momento ves la brutal desigualdad social; la Delhi al modo occidental, moderna, cosmopolita, limpia y ordenada, y la otra ciudad, ruidosa, sucia y abarrotada.

Nos dirigimos a nuestro hotel siguiendo una intrincada red de callejones llena de olores, gente, vacas, perros , mujeres llenas de color y miradas, siempre miradas. Los hindúes no tiene ningún pudor en observar lo que les llama la atención, no tiene reglas, son respetuosos pero increíblemente curiosos.

Los hoteles no brillan por su limpieza…¡nada en la India brilla por su limpieza! Soltamos las mochilas y nos adentramos en la aventura. Fuimos a visitar templos y para ello cogimos nuestro primer medio de transporte, el tuktuk. ¡Queridos wizbooters, eso es una auténtica locura! ¡Es como adentrarte en un videojuego! Tienes que fijar el precio con el conductor ( bueno, se arremolinan alrededor de ti para regatear el precio), y después , rezar a todos los dioses para llegar vivo a tu destino. Realmente increíble circular entre vacas, gente, rickshaws, coches, motos, carros … pero es que en las motos puede ir una familia entera…de cinco miembros! bebés incluídos, incluso durmiendo…

Visitamos el templo Sikh de Delhi, una auténtica preciosidad, donde todo el mundo es bienvenido. Debe descalzarte, lavarte las manos y los pies antes de entrar y cubrirte la cabeza. Visitamos una gran sala donde se encuentra el Libro Sagrado, y se entonan mantras constantemente. El lugar tiene una energía brutal y preciosa.

Nos agasajaron constantemente, fueron realmente amables; nos invitaron a compartir su comida, todos los días alimentan a aquel que lo necesita o quiera. Nos sentamos entre peregrinos, gente sin hogar, devotos y familias enteras, compartiendo su deliciosa comida especiada, preparada en un templo sagrado.

Al caer la tarde, después de regatear con un grupo de conductores de tuktuk, volvimos a nuestro hotel, discutimos sobre el precio de las habitaciones ( porque nunca sabes lo que te puedes encontrar con los hindúes…. dicen una cosa, luego otra…y acaban con su movimiento de cabeza que lo mismo quiere decir que vale, que te den, que como molas…).

Después visitamos mas templos, rodeados de gente que te pedía fotos con ellos, templos en los que te envolvía una paz y vibraciones preciosas…

Y con nuestra mochilas en la espalda , después de mi primer impacto al ver tantos perros sin dueño, cogimos nuestro tren a Risikesh. Nos esperaban doce horas de viaje, compartiendo espacio con los hindúes, a su manera…

Pero eso es otra historia.


Hay otras maneras de volar, no solo con escobas mágicas.

Luna Lovegood